Lenta recuperación

El verano en Cantabria siempre ha sido sinónimo de actividad económica porque el buen tiempo anima a gastar y el turismo nos trae una inyección de dinero que se nota en toda la región, y que para muchos sectores significa poder equilibrar las cuentas del resto del año.
En esta ocasión, a pesar de esta crisis interminable, también muchos de nosotros estamos detectando una cierta recuperación. Nos llegan más pedidos y tenemos trabajo para garantizar la estabilidad en el empleo de nuestras menguadas plantillas.
Pero que nadie se llame a engaño porque aún estamos lejos de recuperar los niveles de 2008 o 2009. Los datos del descenso del paro son alentadores. Los de Junio son los mejores desde 1996 y también la afiliación a la seguridad social se está recuperando, pero todavía tenemos 49.236 personas que buscan trabajo en la región y no lo encuentran.
Los datos del comercio también son esperanzadores: las ventas del comercio minorista aumentaron en Cantabria un 2,9 por ciento en mayo respecto al mismo mes del año anterior y además la ocupación en el sector creció un 1,5 por ciento, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), pero ¿de qué niveles estábamos partiendo? Me temo que de una situación muy precaria.
Porque hay otras cifras que deberían hacernos replantear muy seriamente los cimientos de nuestra economía: por ejemplo que tenemos uno de los salarios más bajos de España y que es la región donde más han caído en los últimos años y, yo me atrevería a decir que también el beneficio empresarial.
Que nadie crea que a los empresarios nos gusta tener insatisfechos a los trabajadores, cuando son una parte fundamental de nuestra empresa y en muchos casos la imagen que de ella se van a llevar nuestros clientes, pero los clientes y la competencia son los que nos están marcando unos precios tan bajos que significa trabajar, en algunos casos sin beneficio, “cambiando cromos”, sin capacidad de amortizar las inversiones tecnológicas que hemos hecho en los últimos años, por no hablar ya de nuevas inversiones para modernizar nuestras industrias y garantizar nuestra competitividad.
Ya sabemos que los costes salariales no han subido, pero sí lo ha hecho el precio de la energía y del resto de materias primas y la carga impositiva, mientras ´baja el precio de los muebles y de la carpintería, en el caso de la industria, y el precio que paga la industria del papel por la madera, si hablamos del sector forestal. No están mejor los aserraderos. Los pequeños están pasando por una situación tan complicada que, si continua unos meses más, les llevará al cierre. Los almacenes sufren impagos y las ventas en el comercio del mueble tampoco nos permiten mirar el futuro con mucho optimismo.
¿Qué soluciones  proponemos? Sabemos que no hay fórmulas mágicas pero algunas han funcionado para otros sectores económicos y también con éste: nos referimos al apoyo de las administraciones públicas mediante ayudas al consumidor con Planes Renove.
¿Si el sector de la automoción se beneficia de estos planes, por qué no el del mobiliario? Además estas ayudas tampoco suponen un gran desembolso para las arcas públicas que recuperan la mayor parte de lo gasto vía impuestos de IVA o IRPF.
No estamos pidiendo dinero directamente para los empresarios sino para los consumidores, un respaldo económico que les anime a remodelar su vivienda, que les permita cambiar los muebles de su casa y mejorar su calidad de vida. Porque no hablamos de un objeto ornamental, sino de nuestro hogar, de los espacios donde pasamos horas, en los que crecen nuestros hijos, donde las amas de casa desarrollan gran parte de su actividad laboral no remunerada…..Un espacio que debería contar con todas las comodidades y ser reflejo de nuestros propios gustos si nuestro agujereado bolsillo fuera capaz de permitirselo.
Luis Vicente Palazuelos, Presidente de ACEMM

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